Hoy en día, podemos viajar hasta Abánades y recorrer los escenarios de La Batalla Olvidada. Antaño fue un lugar de destrucción y de muerte; mientras que en la actualidad es un remanso de paz de singular belleza. Una experiencia única para disfrutar en soledad, con amigos o en familia.
Estos escenarios bélicos, hoy denominados «Espacios Históricos de Abánades», atesoran gran cantidad de restos arqueológicos de gran valor: trincheras, nidos de ametralladora, fortines, grafitos, asentamientos artilleros, blocaos, bunkers, refugios de campaña, depósitos de municiones, monumentos, lápidas, puestos de mando y de observación, que están en constante proceso de estudio, catalogación y conservación.
De entre todos estos parajes interesantes de conocer para entender La Batalla Olvidada cabe destacar, por su excelente estado de conservación, un par de ellos. Por un lado, junto al pueblo, nos encontramos con la zona denominada «El Castillo». En este espacio histórico podrán descubrir un entorno fortificado de primera línea perteneciente al ejército franquista. A través de senderos recientemente rehabilitados, los visitantes seguirán los pasos de los soldados durante la batalla. Mientras dan un paseo, podrán descubrir las trincheras, refugios y fortificaciones que sirvieron de refugio a una generación de combatientes.
A tres kilómetros del pueblo nos encontramos con las posiciones del Ejército Popular de la República. Se trata de un lugar llamado «Los Castillejos», de gran monumentalidad y bellas vistas, que también destaca por conservar un par de ejemplos de lo que hoy llamamos «Arte de Trinchera». Dos relieves esculpidos en piedra, un busto conmemorativo y un rostro femenino que representa a la República.
Si aun queremos saber más de La Batalla Olvidada, y disponemos de tiempo, podemos visitar el Vértice Cerro, la Enebrá Socarrá, el Alto de la Casilla, el Alto del Molino, el Rondal o la Nava, entre otros espacios históricos de gran interés en el término municipal de Abánades.
VISITA A «EL CASTILLO» DE LOS ESPACIOS HISTÓRICOS DE ABÁNADES
Distancia: 1,4 km (ida y vuelta)
Duración: 45’ (andando)
Dificultad: media-alta
Es un recorrido corto pero con cierta dificultad debido a la orografía del terreno con constantes subidas y bajadas. Merece la pena su visita por la proximidad al Hotel Rural Los Ánades y por su alto valor histórico. Si decidís subir con niños, os recomendamos no desviaros del camino trazado y acompañarlos cogidos de la mano en todo momento.
“El Castillo” es un parque arqueológico de gran valor histórico en proceso de catalogación y restauración. Por ello, cuando lo visitéis, os rogamos seáis respetuosos con el entorno, sigáis el recorrido trazado y respetéis la señalización.
Comenzamos el recorrido subiendo a la iglesia del pueblo donde veremos un gran panel informativo e inmediatamente carteles indicadores.
La importancia estratégica del enclave de “El Castillo” residía en su dominio del valle del Tajuña y el control de las vitales vías de comunicación. El pueblo quedó prácticamente destruido al finalizar la guerra, entre la línea republicana y nacional.
Como complemento a la línea de trincheras que circunda el cerro, podemos ver un impresionante parapeto de piedra que proporcionaba protección a los combatientes que lo ocupaban y, a su vez, una posición dominante desde la que poder disparar.
Unos metros antes podemos observar los restos de dos pozos de tirador, donde los soldados provistos con armas automáticas y granadas de mano, cubrían el frente y dificultaban los ataques del enemigo.
Como dramática anécdota, la cruz señala el lugar donde fue abatido un oficial del Ejercito Nacional por un francotirador del Ejercito Republicano, coloquialmente llamados «pacos». Posiblemente el disparo se realizó desde las posiciones de «El Rondal», donde hoy podemos ver instaladas unas antenas.
A lo largo del primer tramo de nuestra visita a «El Castillo» apreciamos una sucesión de parapetos ubicados de forma escalonada y en zig-zag. Todos ellos dotados de mirillas de fusilería y nidos de ametralladoras (con su peculiar mirilla en forma de abanico) estratégicamente enclavados para cubrir las vías de comunicación.
De la misma forma y en la misma cantidad, hacia en interior del cerro, podemos ver los restos de varios refugios o abrigos. Éstos, casi siempre, eran obra de los mismos soldados de la posición y eran utilizados como habitáculo para descansar, dormir y resguardarse mientras no se efectuaban labores de vigilancia en los puestos mas adelantados.
Llegamos a la zona más espectacular del recorrido, por la gran concentración de restos y su buen estado de conservación. A la derecha podemos ver un nido de ametralladoras con un amplio control visual del valle del Tajuña. Dada su ubicación, de espaldas al frente, su función era prevenir que las tropas se vieran copadas por la retaguardia y proteger y cubrir también el relevo de soldados, la llegada de suministros y la evacuación de heridos.
Dejando unos contrafuertes a la izquierda y subiendo por «Las Escalerillas de Franco», como la denominan los abanadienses, llegamos a la altura máxima del cerro, 1086 metros. Aquí podemos intuir, a pesar de la erosión, las trincheras en zig-zag que comunican con un gran abrigo que, bien camuflado por su posición estratégica, debió ser un importante centro de observación.
Bajando por la escalera, inmediatamente a nuestra izquierda, nos encontramos con un parapeto para fusilería en perfecto estado de conservación. Solo le faltan los maderos y los sacos terreros que se utilizaban como techumbre.
Más adelante, después de dejar a nuestra izquierda varios parapetos de piedra, llegaremos a un mirador con barandillas de madera. Si nos asomamos, con mucho cuidado, veremos en el fondo del valle una gran mole de piedra con forma de tanque.
Después de este descubrimiento tan singular y siguiendo las indicaciones físicas, se regresa por la vereda del río Tajuña hasta el Hotel Rural Los Ánades. Os recomendamos complementar esta ruta con una relajante y enriquecedora visita al Museo Histórico Municipal.